Felipe Bárcenas
Las puertas del Rancho Los 3 Potrillos se abrieron, como lo acostumbraba Vicente Fernández, hoy la razón fue distinta, ver por última vez reunidos a todos los fieles seguidores que lo acompañaron en sus palenques, en el Azteca, en la México y en cada uno de los escenarios que pisó a lo largo de sus 57 años de carrera, tiempo en el que hizo vibrar y cimbrar al país y al extranjero con una voz inigualable que ahora solo queda para ser disfrutada en el legado musical que dejó.
La Arena VFG que se encuentra dentro de las instalaciones de su rancho ubicado en Tlajomulco de Zúñiga, a las afueras de Guadalajara, Jalisco, fue la última morada donde Chente, el Charro de Huentitán que a su manera y a pesar de todo, respetó la ley del monte para que esos celos que sintió durante un millón de primaveras por ese hermoso cariño llamado Cuquita Abarca, dijera adiós como los grandes y ahora descansar en su amado rancho, en la intimidad y con los suyos.
Es así que murió el hombre, ese charro que ahora se reúne con otros tres grandes de la escena: Pedro Infante, Jorge Negrete y Javier Solís, quienes juntos hicieron soñar, cantar, llorar, vibrar, y contar una historia de superación de aquella época de oro, una época que no volverá a vivirse en México, pues sus cuatro grandes ya quedan solo en las letras de oro que está escrita en la historia de la Tierra Azteca.